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En la agricultura moderna, cada detalle cuenta. Desde el control del riego hasta la gestión del suelo, todos los elementos influyen en la calidad y el rendimiento de los cultivos. Uno de los materiales más útiles, aunque a veces subestimado, es la malla cubresuelos. Este recurso técnico se ha convertido en un aliado esencial para mantener el control de malezas, conservar la humedad del terreno y facilitar las labores de mantenimiento en invernaderos o viveros.
A continuación, descubrirás qué es la malla cubresuelos, cómo funciona, sus ventajas más destacadas y cómo instalarla correctamente para sacar el máximo provecho en tu sistema de cultivo.
La malla cubresuelos —también conocida como malla antihierbas o geotextil agrícola— es un tejido técnico elaborado con polipropileno o polietileno de alta densidad (HDPE).
Su función principal es actuar como una barrera física selectiva: bloquea la luz solar, evitando que germinen las semillas de malas hierbas, pero permite el paso del agua y del aire hacia el suelo.
De esta forma, se obtiene un entorno de cultivo más limpio, con menos competencia por nutrientes y sin necesidad de usar herbicidas químicos. Por ello, su uso se ha extendido en invernaderos, viveros ornamentales, cultivos intensivos y jardines profesionales.
La efectividad de la malla cubresuelos depende de su estructura y calidad. Aunque hay diferentes modelos, las características más comunes incluyen:
Polipropileno tejido: alta resistencia mecánica y durabilidad.
Polietileno estabilizado: gran flexibilidad y protección contra los rayos UV.
Permeabilidad: deja pasar el agua y evita encharcamientos.
Gramaje: entre 90 y 150 g/m², según el uso.
Colores disponibles: negro, verde y marrón.
Durabilidad: de 3 a 10 años, según la exposición al sol.
Algunas versiones incluyen líneas de guía para facilitar la alineación de plantas o macetas, una ventaja muy valorada en viveros y cultivos ornamentales.
Colocar una malla cubresuelos aporta ventajas prácticas, económicas y ambientales. Entre las principales se encuentran:
Evita que la luz solar llegue al suelo, impidiendo la germinación de semillas no deseadas. Así se reduce:
El uso de herbicidas químicos.
La necesidad de deshierbe manual.
El estrés del cultivo por competencia de nutrientes.
Permite que el agua penetre al suelo y circule el aire, evitando hongos y acumulación de humedad.
Mantiene el suelo seco, facilita el tránsito de personas y maquinaria, y da un aspecto profesional al invernadero.
Funciona como barrera que protege el suelo de la lluvia y el viento, conservando su estructura natural.
Su durabilidad y bajo mantenimiento reducen gastos en productos químicos, agua y mano de obra.
No todas las mallas son iguales. Existen diferentes tipos según el material, color o gramaje, lo que permite adaptarlas a cada necesidad.
Tejidas: resistentes, reutilizables y de alta estabilidad.
No tejidas (geotextiles): ligeras, flexibles y económicas.
Negra: ideal para eliminar completamente la luz y evitar malezas.
Verde: muy usada en jardines y viveros ornamentales.
Marrón o bicolor: estética más natural para espacios abiertos al público.
90–100 g/m²: para zonas de bajo tránsito.
120–150 g/m²: uso intensivo en invernaderos o exteriores.
+150 g/m²: recomendada para caminos o áreas con maquinaria.
Una instalación adecuada garantiza el máximo rendimiento y prolonga la vida útil del material.
Retira piedras, raíces y residuos vegetales.
Nivela el suelo para evitar acumulación de agua.
Desenrolla la malla cubresuelos sobre la superficie.
Asegúrate de que quede bien tensada y sin pliegues.
Solapa los bordes entre 10 y 20 cm.
Fija con piquetas o grapas cada 30–50 cm, sobre todo en los bordes.
Haz pequeños cortes en cruz para permitir el paso de tallos o troncos.
Comprueba la tensión y firmeza.
Refuerza los bordes en zonas de viento o pendiente.
Aunque requiere poco mantenimiento, seguir algunas recomendaciones puede aumentar su vida útil:
Evita perforaciones innecesarias.
Retira hojas y restos orgánicos periódicamente.
Revisa los anclajes y reemplaza los dañados.
No la expongas a fuego ni a productos químicos agresivos.
Una malla cubresuelos de buena calidad puede durar más de siete años en invernadero y hasta una década en espacios cubiertos.
Su versatilidad hace que sea útil en múltiples entornos agrícolas y ornamentales.
Mantiene el suelo limpio, mejora la higiene y facilita el desplazamiento de carros o bandejas.
Sirve como base para macetas y evita la propagación de malezas entre plantas.
Ayuda a conservar la humedad y protege los surcos del arrastre por lluvia o viento.
Se usa bajo grava o áridos decorativos para mantener el orden visual y evitar el crecimiento de hierbas.
Seleccionar el tipo adecuado marcará la diferencia en durabilidad y eficiencia.
Ubicación: interior, exterior o bajo túnel.
Tránsito: a mayor uso, mayor gramaje.
Calidad del tejido: busca estabilización UV y material certificado.
Permeabilidad: equilibrio entre drenaje y retención de humedad.
Proveedor especializado: opta por distribuidores agrícolas con garantía técnica.
La malla cubresuelos es una herramienta indispensable para agricultores, viveristas y propietarios de invernaderos que buscan eficiencia, limpieza y sostenibilidad.
Gracias a su capacidad para controlar malezas, mejorar el drenaje y proteger el suelo, representa una solución económica y ecológica que optimiza los recursos y aumenta la productividad.
Invertir en una malla cubresuelos de calidad no solo mejora el aspecto y orden del área de cultivo, sino que también favorece una agricultura más profesional y respetuosa con el medio ambiente.
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